Galia Villages 2015

Variedades:

88% Tinto fino; 10% Garnacha y 2% Albillo. Son terruños con cepas casi centenarias, que van desde una altitud de 968 m. hasta los 795m., a lo largo de 134 km. del recorrido del rio Duero por las provincias de Soria, Burgos y Valladolid. La suma del talento del viticultor y un privilegiado microclima dan lugar a excelentes uvas de Tinto Fino y Garnacha de cepas viejas que expresan la complejidad de un gran suelo. Por no pertenecer en la mayoría de los casos a zonas con Denominación de Origen son tesoros que no han sido debidamente valorados.

La total libertad en la elección de la uva es la razón de que GALIA no pertenezca a ninguna Denominación de Origen y se produzca bajo la certificación de “Vino de la Tierra de Castilla y Leon”. Vinificación del Tinto fino y Albillo con un 20% de racimos enteros y de la Garnacha con 100%. Crianza de 21 meses en barricas Darnajou de 225 y 600 litros, en fudres Taransaud de 1200 litros, 15% nuevo y 85% de 2 vinos.

Color: Rojo granate de alta intensidad. Capa muy cubierta

Nariz:  Fruta roja madura, montebajo, especiados y balsámicos.

Boca: Entrada inicial no muy expresiva, pero al calentarse en la boca abre y se manifiesta muy amable y largo, para transformarse en cada sorbo en una nueva sensación y expresar diferentes matices.

14,5% Vol.

Recomendable para cuchareo, embutidos, un cocido madrileño, maragato…

Jerome Bougnaud pertenece a la cuarta generación de una familia de viticultores de la región de Cognac. Aunque participa en el negocio familiar, la gran parte de su carrera profesional la ha desarrollado en España. Desde hace años es “vigneron” de El Regajal (Aranjuez), Quinta Sardonia y Dominio de Pingus. Se ha educado en la tradición de que es condición necesaria para producir un gran vino el conocimiento profundo del “terroir” y un gran amor al mismo que ha transmitido a Viñas de El Regajal. El proyecto de GALIA, es fruto de las inquietudes de Daniel Garcia-Pita Jr, Director de Viñas de El Regajal. Le ha permitido a Jerome satisfacer el deseo largamente sentido de contribuir al conocimiento de una parte importante del patrimonio cultural del campo español: la sabiduría y el buen hacer durante siglos de viticultores que cultivan sus terruños de acuerdo con la tradición en la que Jerome se educó.